Miguel Aguiar Bermúdez.
Director Ejecutivo
Sistema de Banca para el Desarrollo
La República del viernes 3 de marzo publica una columna de opinión de la señora Marilyn Batista, bajo el título “Banca de desarrollo, puro realismo mágico”, en la cual incurre -al parecer por desconocimiento- en una serie de imprecisiones que es imperativo aclarar, acerca de lo que el Sistema de Banca para el Desarrollo (SBD) representa para el desarrollo de las MiPymes y los pequeños productores y, sobre todo, acerca de las medidas tomadas para ayudarlos a enfrentar los efectos económicos provocados por la expansión de la pandemia de COVID-19. Banca para el Desarrollo es una realidad comprobada.
En primer lugar, desde el 20 de marzo, el Consejo Rector del Sistema de Banca para el Desarrollo (SBD) aprobó un paquete de 9 medidas extraordinarias, orientadas a apoyar a las micro, pequeñas y medianas empresas, para que puedan enfrentar el primer impacto, y coadyuvar además en la recuperación económica de los efectos causados por esta emergencia sanitaria.
Dentro de estas medidas, ampliamente divulgadas por los medios de comunicación, las redes sociales del SBD y los operadores financieros, se incluyen la disponibilidad de fondos para MiPymes que aún no son beneficiarias del SBD, contrario a lo que afirmó la señora Batista. Entre ellas:
a) Créditos de emergencia para capital de trabajo para que las MiPymes puedan mantener las operaciones mínimas necesarias durante el periodo de mayor impacto, los cuales podrán contar con avales individuales del FONADE al 90% de cobertura.
b) Canalización de ¢8.000 millones del impuesto a la “Banca de maletín”, para el Programa de Primer Impacto del SBD.
c) Emisión de avales individuales, por una única vez, hasta por el 90% de cobertura, para las nuevas operaciones de financiamiento productivo.
d) Aval de emisión de títulos valores para emisiones de deuda que realicen las Pymes en el mercado de valores.
Otras medidas van dirigidas a las MiPymes con operaciones activas financiadas con recursos del SBD, dentro de las que se incluyen refinanciamiento de operaciones de crédito, para que puedan mantener la actividad productiva; autorización de moratoria en el pago de capital e intereses, hasta por seis meses, a las MiPymes con afectación grave por la crisis, y periodo de gracia hasta por 12 meses en el pago de capital a las MiPymes, actividades y sectores económicos con mediana afectación, entre otras.
Es igualmente errónea la afirmación de que los recursos del SBD están engordando sus bóvedas. Desde su creación, y especialmente a partir de la reforma integral del 2014, el SBD ha colocado entre los sectores que la ley califica como sus beneficiarios, más de un billón de colones, y ha formalizado más de 275.000 operaciones de crédito. Actualmente tiene más de 50.000 operaciones activas, con un saldo de cartera de ¢409.000 millones. De ellas, el 50% son créditos para el sector agropecuario y el otro 50% para los sectores de industria, comercio y servicios, cumpliendo así los porcentajes de asignación que le establece la ley.
Es digno de destacar que, con una cartera activa equivalente a un poco menos del 2% de todos los recursos del Sistema Financiero Nacional, el SBD represente el 31,9% de los créditos otorgados las micro y pequeñas empresas de nuestro país.
Tampoco se están escondiendo ni engavetando los fondos del SBD. Al 29 de febrero la disponibilidad total de recursos en colones rondaba los ¢58.000 millones, en colones, de los cuales ¢6.463 son administrados directamente por la banca pública (del Fondo de Financiamiento para el Desarrollo, FOFIDE), producto de sus utilidades anuales, y ¢18.000 millones del CREDES, que son recursos del “peaje bancario” que la banca privada coloca directamente. Cabe señalar estos recursos forman del plan de colocación anual, solo en el año 2019 se otorgaron más de ¢233.000 millones en créditos.
Ciertamente, se cuenta con $245 millones, del Fondo de Crédito para el Desarrollo (FCD), también recursos del “peaje bancario” a la banca privada, los cuales son depositados en préstamo en los dos bancos del estado para su colocación. Es necesario señalar que estos recursos depositados en dólares deben ser colocados en esa misma moneda, para no exponer al riesgo cambiario a los ahorrantes, que son los dueños de esos recursos.
Como podrá ver doña Marilyn, aquí no hay Macondo, ni realismo mágico, ni arbolito de mango. Hay datos duros y verificables, que demuestran de manera fehaciente el impacto que el SBD ha logrado en las MiPymes de todos los sectores productivos y las acciones que está emprendiendo para apoyarlas, aún más, para que enfrenten esta inesperada crisis económica.